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jueves, 10 de diciembre de 2009
Informacion de Primera Mano ó "Fuente Primaria"
Una fuente primaria es la (fuente documental) que se considera material de primera mano relativo a un fenómeno que se desea investigar. En el caso de la historiografía, lo que en su tiempo ha servido como instrumento para construir la historia.

Puede ser fuente primaria un trabajo creado por algún testigo presencial o protagonista de un evento histórico en el que éstos son descritos, pero también pueden incluirse objetos físicos (como monedas), artículos periodísticos, cartas o diarios personales. También pueden ser, sin embargo, casi cualquier tipo de información: por ejemplo, los anuncios publicitarios de los años 50 pueden servir como fuente primaria en un trabajo sobre la percepción de la tecnología moderna.
Lo que distingue una fuente primaria de una fuente secundaria es más el cómo se ha usado que el contenido. Una fuente secundaria es generalmente una descripción histórica construida a partir de fuentes primarias, pero los propios historiadores usan a menudo fuentes secundarias como testigos de su tiempo (como las propias fuentes primarias) al estudiar aspectos de la historiografía (por ejemplo, un libro sobre la historia de las computadoras puede resaltar que otros libros de historia de estas máquinas obviaron su origen militar, o enfocaron demasiado sus características técnicas).

Puede ser fuente primaria un trabajo creado por algún testigo presencial o protagonista de un evento histórico en el que éstos son descritos, pero también pueden incluirse objetos físicos (como monedas), artículos periodísticos, cartas o diarios personales. También pueden ser, sin embargo, casi cualquier tipo de información: por ejemplo, los anuncios publicitarios de los años 50 pueden servir como fuente primaria en un trabajo sobre la percepción de la tecnología moderna.
Lo que distingue una fuente primaria de una fuente secundaria es más el cómo se ha usado que el contenido. Una fuente secundaria es generalmente una descripción histórica construida a partir de fuentes primarias, pero los propios historiadores usan a menudo fuentes secundarias como testigos de su tiempo (como las propias fuentes primarias) al estudiar aspectos de la historiografía (por ejemplo, un libro sobre la historia de las computadoras puede resaltar que otros libros de historia de estas máquinas obviaron su origen militar, o enfocaron demasiado sus características técnicas).
martes, 17 de noviembre de 2009
LAS PIÑATAS MEXICANAS; Una Tradicion Artesanal.
El origen de las piñatas se remonta en México al mestizaje de las culturas latinas y europeas, pero en origen, según expertos del MAP, fue en China donde durante la Edad Media se elaboraron las primeras figuras con forma de vacas, bueyes y búfalos, que se rompían en señal de buena suerte.
¿COMO SE HACEN?
Pega papel periódico alrededor de la olla y puedes darle la forma que deseea, ya sea con cartoncillo o papel aglutinado, usando engrudo.
Luego se cubre el armazón con papel de china enroscado, papel lustre o crepé de muchos colores; largas tiras multicolores cuelgan de los extremos de la figura para darle mayor lucimiento.
A veces se usa la olla directamente, pintándole una cara, una fruta o cualquier objeto que se adapte a la forma redonda.
Hay piñatas de todos tamaños y figuras, las más clásicas son estrellas, flores, barcos y estrellas, loros, pavo reales, tecolotes, gallos, gallinas, patos, borregos, burros, toros, elefantes, pescados, frutas y vegetales, aeroplanos, payasos, personajes de moda o políticos.
SU RELLENO:
Su relleno
Puede llenar tu piñata con colación, cacahuates y frutas de la estación: naranjas, limas, mandarinas, tejocotes, jícamas, cañas y dulces.
Después la amarras con una cuerda y la cuelgas de tal forma que se pueda subir y bajar -la rama de un árbol, una argolla, un travesaño.
¿COMO SE HACEN?
Pega papel periódico alrededor de la olla y puedes darle la forma que deseea, ya sea con cartoncillo o papel aglutinado, usando engrudo.
Luego se cubre el armazón con papel de china enroscado, papel lustre o crepé de muchos colores; largas tiras multicolores cuelgan de los extremos de la figura para darle mayor lucimiento.
A veces se usa la olla directamente, pintándole una cara, una fruta o cualquier objeto que se adapte a la forma redonda.
Hay piñatas de todos tamaños y figuras, las más clásicas son estrellas, flores, barcos y estrellas, loros, pavo reales, tecolotes, gallos, gallinas, patos, borregos, burros, toros, elefantes, pescados, frutas y vegetales, aeroplanos, payasos, personajes de moda o políticos.
SU RELLENO:
Su relleno
Puede llenar tu piñata con colación, cacahuates y frutas de la estación: naranjas, limas, mandarinas, tejocotes, jícamas, cañas y dulces.
Después la amarras con una cuerda y la cuelgas de tal forma que se pueda subir y bajar -la rama de un árbol, una argolla, un travesaño.

jueves, 8 de octubre de 2009
Historia de la UNIVERSIDAD de GUADALAJARA.
La Real Universidad de Guadalajara (1792 a 1816)
Por las tierras ignotas de lo que sería el territorio del Reino de Nueva Galicia, el 5 de enero de 1532 el capitán Juan de Oñate, por instrucciones del conquistador Nuño Beltrán de Guzmán, fundó la villa de Guadalajara de Indias en Nochistlán, en la región cazcana. Hacia agosto de 1533, la villa se trasladó a Tonalá; pero ante las presiones de Beltrán de Guzmán se tuvo que establecer, en febrero de 1535 en Tlacotán, donde fue fuertemente atacada por los indios cazcanes, tecuejes y zacatecos. Estas circunstancias obligaron a su cuarto y ultimo traslado, esta vez al valle de Atemajac, donde el 12 de febrero de 1542 el gobernador Cristóbal de Oñate la fundó definitivamente; ya el 8 de noviembre de 1539, el rey Carlos I de España la habla elevado al rango de ciudad y le otorgó su escudo de armas.
La novel ciudad muy pronto serla la sede de una Real Audiencia y un Obispado; a partir de 1586, con el establecimiento del Colegio de Santo Tomes de Aquino a cargo de la Compañía de Jesús, se inició la impartición de la enseñanza media y superior y se conferirían grados académicos. La enseñanza media serla reforzada en 1695 con la fundación del Colegio de San Juan Bautista,
A finales del siglo XVII, el decimoquinto obispo de Guadalajara, fray Felipe Galindo Chávez y Pineda, solicitó al rey Carlos II que elevara el Real Seminario Conciliar de San José --establecido en 1696-- al rango universitario, lo cual comunica a sus diocesanos el 12 de julio de 1696, en el documento que iniciaba con la expresión latina Benedictionem dabit Legislator, decía: “Tengo pedido a su Majestad se sirva de hacerle (al Seminario) Real Universidad...”.
Así se inició un siglo de gestiones para lograr el establecimiento de la Universidad de Guadalajara, cronológicamente la segunda de México, la cuarta de América del Norte y la decimocuarta de Iberoamérica.
Habría de transcurrir casi medio siglo para que esta idea original fuera retomada por el licenciado Matías Ángel de la Mota Padilla, quien en 1750 logró involucrar en el proyecto al Ayuntamiento de Guadalajara, corporación que continuarla las gestiones hasta el final.
Para 1767, con la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los dominios hispánicos, se hizo imperativa la necesidad de establecer la Universidad, ya que se habían clausurado los colegios de Santo Tomes y de San Juan Bautista. Entre los clérigos expulsados de Guadalajara se encontraba el célebre humanista Francisco Javier Clavijero, quien venla realizando una profunda reforma y modernización de los estudios filosóficos.
El 12 de diciembre de 1771 llegó a Guadalajara el vigésimo segundo obispo de la diócesis novogalaica, fray Antonio Alcalde y Barriga, quien vendría a darle el impulso definitivo a la fundación de la Universidad con tres importantes acciones:
Primero: el 17 de marzo de 1775 contesta la real cédula de Carlos III donde le consultaba sobre la conveniencia del establecimiento de la Universidad. Su respuesta fue afirmativa, señalando como objetivo primordial de la futura institución ‘el adelantamiento de la juventud, que por falta de Universidad se atrasan en sus estudios”; además, prometió dotar adecuadamente las cátedras para que quienes las impartieran tengan un sueldo apetecible y que les dé motivo a perseverar en sus respectivas cátedras y llenen el nombre de tales catedráticos y que no las tomen como medio para lograr otras conveniencias “[...] aunque yo deje de comer, pero sin hacer falta a las innumerables indigencias de tantos pobres, me obligo a dar a cada uno de dichos catedráticos, cuatrocientos pesos anuales”.
Segundo: interpuso su influencia ante el rey de España para que se aplicase al patrimonio universitario los bienes de las temporalidades de la extinguida Compañía de Jesús, incluido el templo y el edificio del antiguo Colegio de Santo Tomás.
Tercero: donó 60 000 pesos para cumplir su promesa de dotación de las cátedras y estimuló al Cabildo catedralicio para que aportara los 10 000 pesos restantes, necesarios para la fundación. El patrimonio universitario original e indispensable para lograr la fundación fue de 95 298 pesos. El señor Alcalde aportó casi las dos terceras partes del importe total.
Tras vencer las últimas dificultades, el 18 de noviembre de 1791, en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, el rey Carlos IV otorgó la Cédula Real de la Fundación de la Universidad de Guadalajara, que en su parte medular dice:
El 26 de marzo de 1792 los festivos tañidos de la célebre “campanita del correo” anunciaron la llegada a Guadalajara del largamente esperado documento de erección de la Universidad, con gran jubilo de sus habitantes y en especial de fray Antonio Alcalde, quien de común acuerdo con el presidente de la Real Audiencia, Jacobo Ugarte y Loyola, designaron como primer rector de la Universidad al doctor José Maria Gómez y Villaseñor.
A pesar de la celeridad de los preparativos para la apertura de la Universidad, el 7 de agosto de 1792 sobrevino el fallecimiento de su fundador, fray Antonio Alcalde, lo que provocó gran consternación en la incipiente comunidad universitaria.
El 3 de noviembre de 1792, víspera de la fiesta onomástica del rey Carlos IV, se inauguró solemnemente la Real Universidad de Guadalajara con una misa oficiada en el templo de Santo Tomás por el Dean de la catedral, Salvador Antonio Roca y Guzmán, la lectura de la Real Cédula de Fundación, el juramento de los funcionarios y catedráticos universitarios, y una oración latina que pronunció el doctor José Ángel de la Sierra; dicha celebración fue presidida por el primer vicepatrono real, Jacobo Ugarte y Loyola.
Las solemnidades de esta inauguración fueron reseñadas por La Gazeta de México:
Llegado ese día, a las nueve de la mañana se juntaron la Real Audiencia y todos los cuerpos de esa Capital en el Templo de Santo Tomás, que estaba adornado con magnificencia, y duraron allí todo el tempo que se destinó
Llegado ese día, a las nueve de la mañana se juntaron la Real Audiencia y todos los cuerpos de esa Capital en el Templo de Santo Tomás, que estaba adornado con magnificencia, y duraron allí todo el tiempo que se destinó con la mayor solemnidad a una misa que dijo el Señor Deán de esta Santa Iglesia catedral Lic. D. Salvador Antonio Roca y Guzmán, en acción de gracias por un beneficio que se espera habré de ser el colmo de la felicidad de esta Provincia. Concluido este acto pasaron la Real Audiencia y los demás Cuerpos a la puerta que hay de comunicación entre el Templo y las demás piezas y se juntaron en el Aula Mayor, ocupando el M. I. Señor Presidente D. Jacobo Ugarte y Loyola el asiento principal, que estaba bajo de un dosel que servía de trono a los retratos de sus Majestades. Los Señores Ministros de esta Real Audiencia se sentaron en dos alas a sus lados y los demás respetables Cuerpos se colocaron con el debido orden. Luego mandá el Señor Presidente al Escribano de Gobierno que leyese la Real Cédula de erección y éste ejecutándolo, al decir El Rey, se puso de pie la Real Audiencia, y a su imitación los otros Cuerpos y Personas de distinción, y en el mismo punto sonó la orquesta, que se había colocado a la puerta del General, por no haber lugar en otra parte a causa del lucido e innumerable concurso, y hecha al mismo tiempo salva por la tropa y campanas todas de la ciudad, se continuó leyendo la real cédula, a cuya conclusión y a la palabra Yo el Rey, volvió a hacerse por todos igual demostración; después de lo cual, y dada la orden de llamar a los Señores Rector y Cancelario, vinieron ambos de su cabildo a presencia del Real Acuerdo, y acompañándolos para el acto el Alcalde Ordinario de segundo voto, Regidores para ello diputados, y los Escribanos de Gobierno y de Cabildo, con esta ceremonia llegaron al bufete, en el que presente la imagen de Cristo Crucificado y el Libro de los Santos Evangelios, se tomó a dichos señores juramento, que hicieron de fidelidad al Rey y cumplimiento de sus importantes obligaciones, lo cual ejecutado y retirados dichos Señores a los asientos que les tocaban en el Claustro, el Escribano de Gobierno dió al de la Universidad, para que la leyese, la siguiente lista de Catedráticos nombrados por el M. I. Señor Presidente:
Para la Cátedra de Prima de Teología al Señor Marques de Pánuco (doctor José Apolinario Vizcarra). Para la de Vísperas al Sr. D. José Ángel de la Sierra; para la de Santo Tomás al P. P. Lector Fr. Nicolás Muñoz. Para la de Teologla concedida a los P. P. Menores de la Provincia de Santiago de Jalisco al P. P. Lector Fr. Francisco Padilla. Para la de Lugares Teológicos al P. P. Lector Fr. Joseph Antonio Panes. Para la de Sagrados Cánones al Lic. D. Joseph Marla Bucheli. Para la de Prima de Leyes al Dr. D. Juan M. Velázquez. Para la de Prima de Medicina al Br. D. Mariano Garcia de la Torre. Y para la de Cirugla al Br. D. Ignacio Brizuela y Cordero.
Todos estos sujetos fueron así llamados por el Bedel a hacer su respectivo juramento ante el Señor Rector, y esto ejecutado fueron tomando sus respectivos asientos. Concluido el acto de la posesión, por señal que hizo el M. I. Señor Presidente con la campanilla, mandá dar principio a una oración congratulatoria latina que dijo el nominado Catedrático de Vísperas de Teología con aplauso de todo el concurso; y durante ésta se vio la conmoción de esta Ciudad, la que para calcular cuanta haya debido ser, bastaré decir que ha sido la represa suelta de los deseos de noventa años.
Con esto se dio fin al acto y principio a los regocijos correspondientes. El Sr. Presidente mandó servir magníficos refrescos a las innumerables y distinguidas personas que concurrieron a los bailes de Palacio en las noches del tres y cuatro de noviembre, en las que se iluminaron los templos, colegios y casas de esta Ciudad, y los ánimos hasta la fecha quedan en un tierno reconocimiento al Soberano, y a las personas que por sus oficios, caudales y solicitudes promovieron, protegieron y ejecutaron felizmente tan útil, noble e importante establecimiento.
La institución, con todo y la influencia de los obispos dominicos Galindo y Alcalde, nació como Universidad de Estado, de ahí su título de real, el cual precisa su origen y composición jerárquica. La suprema presidencia se depositaba en el rey, el cual a su vez la delegaba al presidente de la Real Audiencia de Guadalajara en su carácter de vicepatrono. No se le otorgó inmediatamente el título de pontificia, no porque se estuviera en contra de los principios de la ortodoxia católica, sino porque la tendencia de la monarquía durante el siglo XVIII era el regalismo, sin menoscabo de la decisiva influencia de los clérigos en la vida universitaria, pero clérigos más leales al rey de España que al pontífice romano.
Los ordenamientos jurídicos que la rigieron en las tres primeras décadas de su existencia fueron: las Constituciones Apostólicas y Estatutos de la muy insigne Universidad de Salamanca, recopilados por su comisión en 1626; el Plan General de Estudios dirigido a la Universidad de Salamanca por el Real y Supremo Consejo de Castilla de 1771; la Real Cédula de Fundación de la Universidad de Guadalajara de 1791 y las constituciones formadas para la dirección y gobierno de la Real Universidad Literaria de Guadalajara de 1816.
De acuerdo con los anteriores ordenamientos, la Universidad se gobernaba por medio de los claustros de doctores, o mayor, de consiliarios, o menor, y el de hacienda, el rector cancelario-maestrescuela, quien era el encargado de conferir los grados universitarios. Académicamente se integró por el Bachillerato o Facultad de Artes o Filosofía y facultades de Teología, Derecho y Medicina. Se otorgaban los grados de bachiller, licenciado, maestro y doctor.
Por las tierras ignotas de lo que sería el territorio del Reino de Nueva Galicia, el 5 de enero de 1532 el capitán Juan de Oñate, por instrucciones del conquistador Nuño Beltrán de Guzmán, fundó la villa de Guadalajara de Indias en Nochistlán, en la región cazcana. Hacia agosto de 1533, la villa se trasladó a Tonalá; pero ante las presiones de Beltrán de Guzmán se tuvo que establecer, en febrero de 1535 en Tlacotán, donde fue fuertemente atacada por los indios cazcanes, tecuejes y zacatecos. Estas circunstancias obligaron a su cuarto y ultimo traslado, esta vez al valle de Atemajac, donde el 12 de febrero de 1542 el gobernador Cristóbal de Oñate la fundó definitivamente; ya el 8 de noviembre de 1539, el rey Carlos I de España la habla elevado al rango de ciudad y le otorgó su escudo de armas.
La novel ciudad muy pronto serla la sede de una Real Audiencia y un Obispado; a partir de 1586, con el establecimiento del Colegio de Santo Tomes de Aquino a cargo de la Compañía de Jesús, se inició la impartición de la enseñanza media y superior y se conferirían grados académicos. La enseñanza media serla reforzada en 1695 con la fundación del Colegio de San Juan Bautista,
A finales del siglo XVII, el decimoquinto obispo de Guadalajara, fray Felipe Galindo Chávez y Pineda, solicitó al rey Carlos II que elevara el Real Seminario Conciliar de San José --establecido en 1696-- al rango universitario, lo cual comunica a sus diocesanos el 12 de julio de 1696, en el documento que iniciaba con la expresión latina Benedictionem dabit Legislator, decía: “Tengo pedido a su Majestad se sirva de hacerle (al Seminario) Real Universidad...”.
Así se inició un siglo de gestiones para lograr el establecimiento de la Universidad de Guadalajara, cronológicamente la segunda de México, la cuarta de América del Norte y la decimocuarta de Iberoamérica.
Habría de transcurrir casi medio siglo para que esta idea original fuera retomada por el licenciado Matías Ángel de la Mota Padilla, quien en 1750 logró involucrar en el proyecto al Ayuntamiento de Guadalajara, corporación que continuarla las gestiones hasta el final.
Para 1767, con la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los dominios hispánicos, se hizo imperativa la necesidad de establecer la Universidad, ya que se habían clausurado los colegios de Santo Tomes y de San Juan Bautista. Entre los clérigos expulsados de Guadalajara se encontraba el célebre humanista Francisco Javier Clavijero, quien venla realizando una profunda reforma y modernización de los estudios filosóficos.
El 12 de diciembre de 1771 llegó a Guadalajara el vigésimo segundo obispo de la diócesis novogalaica, fray Antonio Alcalde y Barriga, quien vendría a darle el impulso definitivo a la fundación de la Universidad con tres importantes acciones:
Primero: el 17 de marzo de 1775 contesta la real cédula de Carlos III donde le consultaba sobre la conveniencia del establecimiento de la Universidad. Su respuesta fue afirmativa, señalando como objetivo primordial de la futura institución ‘el adelantamiento de la juventud, que por falta de Universidad se atrasan en sus estudios”; además, prometió dotar adecuadamente las cátedras para que quienes las impartieran tengan un sueldo apetecible y que les dé motivo a perseverar en sus respectivas cátedras y llenen el nombre de tales catedráticos y que no las tomen como medio para lograr otras conveniencias “[...] aunque yo deje de comer, pero sin hacer falta a las innumerables indigencias de tantos pobres, me obligo a dar a cada uno de dichos catedráticos, cuatrocientos pesos anuales”.
Segundo: interpuso su influencia ante el rey de España para que se aplicase al patrimonio universitario los bienes de las temporalidades de la extinguida Compañía de Jesús, incluido el templo y el edificio del antiguo Colegio de Santo Tomás.
Tercero: donó 60 000 pesos para cumplir su promesa de dotación de las cátedras y estimuló al Cabildo catedralicio para que aportara los 10 000 pesos restantes, necesarios para la fundación. El patrimonio universitario original e indispensable para lograr la fundación fue de 95 298 pesos. El señor Alcalde aportó casi las dos terceras partes del importe total.
Tras vencer las últimas dificultades, el 18 de noviembre de 1791, en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, el rey Carlos IV otorgó la Cédula Real de la Fundación de la Universidad de Guadalajara, que en su parte medular dice:
El 26 de marzo de 1792 los festivos tañidos de la célebre “campanita del correo” anunciaron la llegada a Guadalajara del largamente esperado documento de erección de la Universidad, con gran jubilo de sus habitantes y en especial de fray Antonio Alcalde, quien de común acuerdo con el presidente de la Real Audiencia, Jacobo Ugarte y Loyola, designaron como primer rector de la Universidad al doctor José Maria Gómez y Villaseñor.
A pesar de la celeridad de los preparativos para la apertura de la Universidad, el 7 de agosto de 1792 sobrevino el fallecimiento de su fundador, fray Antonio Alcalde, lo que provocó gran consternación en la incipiente comunidad universitaria.
El 3 de noviembre de 1792, víspera de la fiesta onomástica del rey Carlos IV, se inauguró solemnemente la Real Universidad de Guadalajara con una misa oficiada en el templo de Santo Tomás por el Dean de la catedral, Salvador Antonio Roca y Guzmán, la lectura de la Real Cédula de Fundación, el juramento de los funcionarios y catedráticos universitarios, y una oración latina que pronunció el doctor José Ángel de la Sierra; dicha celebración fue presidida por el primer vicepatrono real, Jacobo Ugarte y Loyola.
Las solemnidades de esta inauguración fueron reseñadas por La Gazeta de México:
Llegado ese día, a las nueve de la mañana se juntaron la Real Audiencia y todos los cuerpos de esa Capital en el Templo de Santo Tomás, que estaba adornado con magnificencia, y duraron allí todo el tempo que se destinó
Llegado ese día, a las nueve de la mañana se juntaron la Real Audiencia y todos los cuerpos de esa Capital en el Templo de Santo Tomás, que estaba adornado con magnificencia, y duraron allí todo el tiempo que se destinó con la mayor solemnidad a una misa que dijo el Señor Deán de esta Santa Iglesia catedral Lic. D. Salvador Antonio Roca y Guzmán, en acción de gracias por un beneficio que se espera habré de ser el colmo de la felicidad de esta Provincia. Concluido este acto pasaron la Real Audiencia y los demás Cuerpos a la puerta que hay de comunicación entre el Templo y las demás piezas y se juntaron en el Aula Mayor, ocupando el M. I. Señor Presidente D. Jacobo Ugarte y Loyola el asiento principal, que estaba bajo de un dosel que servía de trono a los retratos de sus Majestades. Los Señores Ministros de esta Real Audiencia se sentaron en dos alas a sus lados y los demás respetables Cuerpos se colocaron con el debido orden. Luego mandá el Señor Presidente al Escribano de Gobierno que leyese la Real Cédula de erección y éste ejecutándolo, al decir El Rey, se puso de pie la Real Audiencia, y a su imitación los otros Cuerpos y Personas de distinción, y en el mismo punto sonó la orquesta, que se había colocado a la puerta del General, por no haber lugar en otra parte a causa del lucido e innumerable concurso, y hecha al mismo tiempo salva por la tropa y campanas todas de la ciudad, se continuó leyendo la real cédula, a cuya conclusión y a la palabra Yo el Rey, volvió a hacerse por todos igual demostración; después de lo cual, y dada la orden de llamar a los Señores Rector y Cancelario, vinieron ambos de su cabildo a presencia del Real Acuerdo, y acompañándolos para el acto el Alcalde Ordinario de segundo voto, Regidores para ello diputados, y los Escribanos de Gobierno y de Cabildo, con esta ceremonia llegaron al bufete, en el que presente la imagen de Cristo Crucificado y el Libro de los Santos Evangelios, se tomó a dichos señores juramento, que hicieron de fidelidad al Rey y cumplimiento de sus importantes obligaciones, lo cual ejecutado y retirados dichos Señores a los asientos que les tocaban en el Claustro, el Escribano de Gobierno dió al de la Universidad, para que la leyese, la siguiente lista de Catedráticos nombrados por el M. I. Señor Presidente:
Para la Cátedra de Prima de Teología al Señor Marques de Pánuco (doctor José Apolinario Vizcarra). Para la de Vísperas al Sr. D. José Ángel de la Sierra; para la de Santo Tomás al P. P. Lector Fr. Nicolás Muñoz. Para la de Teologla concedida a los P. P. Menores de la Provincia de Santiago de Jalisco al P. P. Lector Fr. Francisco Padilla. Para la de Lugares Teológicos al P. P. Lector Fr. Joseph Antonio Panes. Para la de Sagrados Cánones al Lic. D. Joseph Marla Bucheli. Para la de Prima de Leyes al Dr. D. Juan M. Velázquez. Para la de Prima de Medicina al Br. D. Mariano Garcia de la Torre. Y para la de Cirugla al Br. D. Ignacio Brizuela y Cordero.
Todos estos sujetos fueron así llamados por el Bedel a hacer su respectivo juramento ante el Señor Rector, y esto ejecutado fueron tomando sus respectivos asientos. Concluido el acto de la posesión, por señal que hizo el M. I. Señor Presidente con la campanilla, mandá dar principio a una oración congratulatoria latina que dijo el nominado Catedrático de Vísperas de Teología con aplauso de todo el concurso; y durante ésta se vio la conmoción de esta Ciudad, la que para calcular cuanta haya debido ser, bastaré decir que ha sido la represa suelta de los deseos de noventa años.
Con esto se dio fin al acto y principio a los regocijos correspondientes. El Sr. Presidente mandó servir magníficos refrescos a las innumerables y distinguidas personas que concurrieron a los bailes de Palacio en las noches del tres y cuatro de noviembre, en las que se iluminaron los templos, colegios y casas de esta Ciudad, y los ánimos hasta la fecha quedan en un tierno reconocimiento al Soberano, y a las personas que por sus oficios, caudales y solicitudes promovieron, protegieron y ejecutaron felizmente tan útil, noble e importante establecimiento.
La institución, con todo y la influencia de los obispos dominicos Galindo y Alcalde, nació como Universidad de Estado, de ahí su título de real, el cual precisa su origen y composición jerárquica. La suprema presidencia se depositaba en el rey, el cual a su vez la delegaba al presidente de la Real Audiencia de Guadalajara en su carácter de vicepatrono. No se le otorgó inmediatamente el título de pontificia, no porque se estuviera en contra de los principios de la ortodoxia católica, sino porque la tendencia de la monarquía durante el siglo XVIII era el regalismo, sin menoscabo de la decisiva influencia de los clérigos en la vida universitaria, pero clérigos más leales al rey de España que al pontífice romano.
Los ordenamientos jurídicos que la rigieron en las tres primeras décadas de su existencia fueron: las Constituciones Apostólicas y Estatutos de la muy insigne Universidad de Salamanca, recopilados por su comisión en 1626; el Plan General de Estudios dirigido a la Universidad de Salamanca por el Real y Supremo Consejo de Castilla de 1771; la Real Cédula de Fundación de la Universidad de Guadalajara de 1791 y las constituciones formadas para la dirección y gobierno de la Real Universidad Literaria de Guadalajara de 1816.
De acuerdo con los anteriores ordenamientos, la Universidad se gobernaba por medio de los claustros de doctores, o mayor, de consiliarios, o menor, y el de hacienda, el rector cancelario-maestrescuela, quien era el encargado de conferir los grados universitarios. Académicamente se integró por el Bachillerato o Facultad de Artes o Filosofía y facultades de Teología, Derecho y Medicina. Se otorgaban los grados de bachiller, licenciado, maestro y doctor.
Historia de VILLA CORONA, Jalisco
Villa CoronaDesde que apareció el hombre en mesoamérica, las tierras de Jalisco y Colima han sido de los lugares preferidos para habitar, esto debido a la abundancia de agua y la comida de sus alrededores.
Muchas tribus han dejado sus huellas a través de muchos años, aún miles de años antes de Cristo. La alfarería encontrada en tumbas de esa época dan cuenta de las costumbres y hábitos de los antiguos moradores; conocían el juego de pelota, vivían en casas de zacate y barro, además de dedicarse a la caza, a la pesca y a la recolección de frutos y raíces.
Según algunos datos de historiadores, en el año de 1160 partieron de las tierras de Aztlán varias familias nahuatlacas, formando dos grandes grupos migratorios; uno pasó por el norte de lo que hoy es Jalisco y el otro por el Pacífico, entrando a Jalisco por Tequila para pasar por Ameca, Cocula, Villa Corona, Acatlán de Juárez, Zacoalco, Chapala, etc., hasta llegar al Valle de México, en donde se reúnen las dos peregrinaciones en el lago de Texcoco y fundan Tenochtitlán el 18 de julio de 1325.
Al pasar por el lugar que hoy es conocido como Villa Corona, una de las tribus decidió quedarse ahí por su afición a la caza y a la pesca. Su presencia fue bien vista por los pocos lugareños que ya vivían ahí y es probable que por estas fechas haya nacido el nombre de Tizapanito que significa "Lugar de Tizate" o "Lugar de Tierra Blanca".
El lugar exacto de este asentamiento fue en lo que hoy se llama La Huerta, y que se localiza a 5 kilómetros al noroeste de la hoy cabecera municipal.
Para el siglo XIV existió otra unión entre tribus; por un lado los nahuatlacas de Tizapanito, quienes eran liderados por "Xopillin" (peregrino, nómada o errante), y por el otro lado un grupo de Cocas que venían huyendo de los cerros vecinos como consecuencia de una guerra conocida como "De Las Salinas" o "Guerra del Salitre". A cambio de la hospitalidad que le fue brindada a los refugiados, el pueblo de Tizapanito recibió los adelantos que poseían los Cocas, y de los que aún quedan vestigios.
Para 1492 Cristóbal Colón descubre el nuevo continente, pero no es sino hasta 1523 que la conquista llegó a este lugar con la presencia del español Alonso de Ávalos. Desgraciadamente la atención de los historiadores se centró en lugares como Tenochtitlán, o Monte Albán, o Teotihuacan, pero no en el occidente del país. Lo más que se sabe es que existieron al menos cuatro "monarquías" prehispánicas en la zona: la de Colliman ( Colima ), conquistada por los acolhuas, prominentemente bélicos; la de Aztlán ( Lugar de Garzas); la de Tonalá ( Lugar del Sol ), en el centro de Jalisco; y la de Xalisco ( Lugar Arenoso ), fundada, según se dice, en el año 618 por los Toltecas.
Desgraciadamente, pocos son los datos del estado de Jalisco y Colima durante los años de la conquista, y más aún, en los años de la independencia.
De esta forma, Tizapanito forma parte del nuevo orden social del país y ya en el México Libre se le consideraba parte de la municipalidad de Ameca, hasta que en 1871, con el decreto estatal número 242, se dispuso su separación de Ameca y se integró al municipio de Cocula, la famosa "cuna del mariachi".
Ya en el siglo pasado, en 1917, Tizapanito vuelve a formar parte de la historia y recibe a Don Venustiano Carranza, entonces presidente constitucional de México, quien inaugura un tramo de vías del ferrocarril que ponen a la comunidad en el mapa.
Un año después, el 31 de mayo, se publicó en el periódico oficial del gobierno del estado de Jalisco el decreto número 1899, en el cual se erigió en municipio la comisaría municipal de Tizapanito, anexándole la Hacienda de Estipac y nombrándole "Villa Corona", en honor a Ramón Corona, general y político jalisciense.
En el mismo decreto, se dispuso que el ejecutivo del gobierno estatal designaría a los integrantes del ayuntamiento, nombrando así al señor Agapito Aguayo como primer presidente municipal, quien tuvo como tarea el organizar las funciones de gobierno y la preparación de las primeras elecciones municipales, las cuales iniciaron los procesos democráticos en Villa Corona.
Actualmente Villa Corona es uno de los 124 municipios del estado de Jalisco y pertenece a la región centro.
Muchas tribus han dejado sus huellas a través de muchos años, aún miles de años antes de Cristo. La alfarería encontrada en tumbas de esa época dan cuenta de las costumbres y hábitos de los antiguos moradores; conocían el juego de pelota, vivían en casas de zacate y barro, además de dedicarse a la caza, a la pesca y a la recolección de frutos y raíces.
Según algunos datos de historiadores, en el año de 1160 partieron de las tierras de Aztlán varias familias nahuatlacas, formando dos grandes grupos migratorios; uno pasó por el norte de lo que hoy es Jalisco y el otro por el Pacífico, entrando a Jalisco por Tequila para pasar por Ameca, Cocula, Villa Corona, Acatlán de Juárez, Zacoalco, Chapala, etc., hasta llegar al Valle de México, en donde se reúnen las dos peregrinaciones en el lago de Texcoco y fundan Tenochtitlán el 18 de julio de 1325.
Al pasar por el lugar que hoy es conocido como Villa Corona, una de las tribus decidió quedarse ahí por su afición a la caza y a la pesca. Su presencia fue bien vista por los pocos lugareños que ya vivían ahí y es probable que por estas fechas haya nacido el nombre de Tizapanito que significa "Lugar de Tizate" o "Lugar de Tierra Blanca".
El lugar exacto de este asentamiento fue en lo que hoy se llama La Huerta, y que se localiza a 5 kilómetros al noroeste de la hoy cabecera municipal.
Para el siglo XIV existió otra unión entre tribus; por un lado los nahuatlacas de Tizapanito, quienes eran liderados por "Xopillin" (peregrino, nómada o errante), y por el otro lado un grupo de Cocas que venían huyendo de los cerros vecinos como consecuencia de una guerra conocida como "De Las Salinas" o "Guerra del Salitre". A cambio de la hospitalidad que le fue brindada a los refugiados, el pueblo de Tizapanito recibió los adelantos que poseían los Cocas, y de los que aún quedan vestigios.
Para 1492 Cristóbal Colón descubre el nuevo continente, pero no es sino hasta 1523 que la conquista llegó a este lugar con la presencia del español Alonso de Ávalos. Desgraciadamente la atención de los historiadores se centró en lugares como Tenochtitlán, o Monte Albán, o Teotihuacan, pero no en el occidente del país. Lo más que se sabe es que existieron al menos cuatro "monarquías" prehispánicas en la zona: la de Colliman ( Colima ), conquistada por los acolhuas, prominentemente bélicos; la de Aztlán ( Lugar de Garzas); la de Tonalá ( Lugar del Sol ), en el centro de Jalisco; y la de Xalisco ( Lugar Arenoso ), fundada, según se dice, en el año 618 por los Toltecas.
Desgraciadamente, pocos son los datos del estado de Jalisco y Colima durante los años de la conquista, y más aún, en los años de la independencia.
De esta forma, Tizapanito forma parte del nuevo orden social del país y ya en el México Libre se le consideraba parte de la municipalidad de Ameca, hasta que en 1871, con el decreto estatal número 242, se dispuso su separación de Ameca y se integró al municipio de Cocula, la famosa "cuna del mariachi".
Ya en el siglo pasado, en 1917, Tizapanito vuelve a formar parte de la historia y recibe a Don Venustiano Carranza, entonces presidente constitucional de México, quien inaugura un tramo de vías del ferrocarril que ponen a la comunidad en el mapa.
Un año después, el 31 de mayo, se publicó en el periódico oficial del gobierno del estado de Jalisco el decreto número 1899, en el cual se erigió en municipio la comisaría municipal de Tizapanito, anexándole la Hacienda de Estipac y nombrándole "Villa Corona", en honor a Ramón Corona, general y político jalisciense.
En el mismo decreto, se dispuso que el ejecutivo del gobierno estatal designaría a los integrantes del ayuntamiento, nombrando así al señor Agapito Aguayo como primer presidente municipal, quien tuvo como tarea el organizar las funciones de gobierno y la preparación de las primeras elecciones municipales, las cuales iniciaron los procesos democráticos en Villa Corona.
Actualmente Villa Corona es uno de los 124 municipios del estado de Jalisco y pertenece a la región centro.
Historiia de COCULA, Jalisco
Historia de cocula
Fue cacicazgo independiente que tuvo como tributarios a los pobladores de Santa Ana Acatlán, Villa Corona o Tizapanito, Xilotepetque y Tecolotlan que eran los pueblos de Atengo y Tenamaxtlan con sus pequeños pueblos sojuzgados.
Varias familias cocas del reino de Tonala, cansadas de la hostilidad que se les prodigaba, abandonaron el reino encabezadas por el valiente guerrero Huehuetztlatzin. Un grupo enfiló a Mexquitán, ahora Colimilla, otro se asentó en San Martin de Hidalgo, y el grupo al mando de Huehuetztlatzin fundó su capital, que se llamó Cocollán, a legua y media de donde ahora se levanta Acatlan de juarez. Esta fue destruida a principios del siglo XVI y por esto hacia 1509 intentaron establecerse cerca de Tlajomulco, pero los tlajomulcas, auxiliados por los tarascos, les dieron batalla y los hicieron retroceder a su antiguo sitio de Santa Ana Acatlán donde permanecieron hasta 1519. Ese año se remontaron a la cumbre de una montaña que corre de oriente a poniente a fin de fundar nuevamente el poblado de Cocula, allí permanecieron hasta la llegada de los españoles.
Fueron bajados por los franciscanos al pie de la serranía para que refundarán su pueblo, mismo sitio que hoy ocupa. Aún existen ruinas de la antigua población y se le denomina Cocula Vieja o Coculan.
El cacicazgo de Cocula era independiente. Su cacique Citlali (significa estrella), tomó parte activa en la Guerra del Salitre en 1510. Gobernaba aún Citlali cuando se presentó Alonso de Ávalos en 1521 e hizo la conquista del cacicazgo, quedando incorporado a la Provincia de Ávalos.
En 1524 arribó don Francisco Cortés de San Buenaventura, Alcalde Mayor de Colima, hizo un nuevo reconocimiento y empadronó al cacique y a los naturales de Cocula. Como en la época de los evangelizadores, Cocula se halla dividida en cuatro barrios que son San Juan, San Pedro, Santiago y La Ascención.
En febrero de 1541 el virrey Antonio Mendoza se encontraba en este lugar, según lo prueba la merced que hizo entonces a Francisco Pilo y Juan de Villarreal.
A finales del siglo XVIII se estableció en este sitio el acaudalado minero Don Francisco Javier Vizcarra quien recibió la merced de la Corona Española de Marqués de Pánuco. El Marqués adquirió la Hacienda de la Sauceda que había pertenecido a los jesuitas hasta su expulsión. Actualmente, la Hacienda de la Sauceda es un museo en donde se exhiben algunos de los objetos personales de esta familia que también obsequió a la Iglesia Católica de la época el estofado de oro de la iglesia del Rosario en Sinaloa.
En 1825 tenía ayuntamiento y en 1833 se le concede el título de ciudad. En 1846 Cocula es cabecera de uno de los 28 departamentos del Estado; o sea, del 2° Departamento. Posteriormente, en 1885 se erige a Cocula en directoría política comprendiendo las poblaciones de: Tecolotlan, juchitlan y Tizapanito.
Fue cacicazgo independiente que tuvo como tributarios a los pobladores de Santa Ana Acatlán, Villa Corona o Tizapanito, Xilotepetque y Tecolotlan que eran los pueblos de Atengo y Tenamaxtlan con sus pequeños pueblos sojuzgados.
Varias familias cocas del reino de Tonala, cansadas de la hostilidad que se les prodigaba, abandonaron el reino encabezadas por el valiente guerrero Huehuetztlatzin. Un grupo enfiló a Mexquitán, ahora Colimilla, otro se asentó en San Martin de Hidalgo, y el grupo al mando de Huehuetztlatzin fundó su capital, que se llamó Cocollán, a legua y media de donde ahora se levanta Acatlan de juarez. Esta fue destruida a principios del siglo XVI y por esto hacia 1509 intentaron establecerse cerca de Tlajomulco, pero los tlajomulcas, auxiliados por los tarascos, les dieron batalla y los hicieron retroceder a su antiguo sitio de Santa Ana Acatlán donde permanecieron hasta 1519. Ese año se remontaron a la cumbre de una montaña que corre de oriente a poniente a fin de fundar nuevamente el poblado de Cocula, allí permanecieron hasta la llegada de los españoles.
Fueron bajados por los franciscanos al pie de la serranía para que refundarán su pueblo, mismo sitio que hoy ocupa. Aún existen ruinas de la antigua población y se le denomina Cocula Vieja o Coculan.
El cacicazgo de Cocula era independiente. Su cacique Citlali (significa estrella), tomó parte activa en la Guerra del Salitre en 1510. Gobernaba aún Citlali cuando se presentó Alonso de Ávalos en 1521 e hizo la conquista del cacicazgo, quedando incorporado a la Provincia de Ávalos.
En 1524 arribó don Francisco Cortés de San Buenaventura, Alcalde Mayor de Colima, hizo un nuevo reconocimiento y empadronó al cacique y a los naturales de Cocula. Como en la época de los evangelizadores, Cocula se halla dividida en cuatro barrios que son San Juan, San Pedro, Santiago y La Ascención.
En febrero de 1541 el virrey Antonio Mendoza se encontraba en este lugar, según lo prueba la merced que hizo entonces a Francisco Pilo y Juan de Villarreal.
A finales del siglo XVIII se estableció en este sitio el acaudalado minero Don Francisco Javier Vizcarra quien recibió la merced de la Corona Española de Marqués de Pánuco. El Marqués adquirió la Hacienda de la Sauceda que había pertenecido a los jesuitas hasta su expulsión. Actualmente, la Hacienda de la Sauceda es un museo en donde se exhiben algunos de los objetos personales de esta familia que también obsequió a la Iglesia Católica de la época el estofado de oro de la iglesia del Rosario en Sinaloa.
En 1825 tenía ayuntamiento y en 1833 se le concede el título de ciudad. En 1846 Cocula es cabecera de uno de los 28 departamentos del Estado; o sea, del 2° Departamento. Posteriormente, en 1885 se erige a Cocula en directoría política comprendiendo las poblaciones de: Tecolotlan, juchitlan y Tizapanito.
ACATLAN DE JUAREZ
Los primeros pobladores de la región eran integrantes de una tribu que se estableció en Cocula, los que al ser derrotados por los purepechas se avecindaron en el lugar en1509.
En el año de 1550 se trazó el primer plano del municipio por mandato del virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, para terminar con las dificultades que había con los habitantes de Zacoalco, Ahualulco y Ameca. En el primer tercio del siglo XVII los agustinos construyeron el templo que dedicaron a Santa Ana. Ya durante la Colonia, Santa Ana Acatlán fue encomienda que dependía directamente de la Corona, a la que entregaba como tributo 25 pesos de oro en polvo y 8,000 cacoas, teniendo únicamente 80 encomenderos.
Desde 1825 perteneció al 4º Cantón de Sayula. En 1858, Benito Juarez, en su peregrinar por estas tierras, se alojó en el mesón del poblado propiedad de Miguel Gómez. En su corta permanencia, estuvo por perder la vida a manos de los conservadores, salvándolo de morir el párroco del lugar, Melitón Vargas Gutiérrez. El 22 de marzo de 1906, por decreto 1158, cambia su denominación de Santa Ana Acatlán a Acaltán de Juárez, en virtud de la visita del "Patricio de la Reforma", y adquiere el título de Villa. No se conoce el decreto del 13 de marzo de 1837. Por decreto 8877 del 4 de octubre de 1972 se le otorga la categoría de ciudad.
Los primeros pobladores de la región eran integrantes de una tribu que se estableció en Cocula, los que al ser derrotados por los purepechas se avecindaron en el lugar en1509.
En el año de 1550 se trazó el primer plano del municipio por mandato del virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, para terminar con las dificultades que había con los habitantes de Zacoalco, Ahualulco y Ameca. En el primer tercio del siglo XVII los agustinos construyeron el templo que dedicaron a Santa Ana. Ya durante la Colonia, Santa Ana Acatlán fue encomienda que dependía directamente de la Corona, a la que entregaba como tributo 25 pesos de oro en polvo y 8,000 cacoas, teniendo únicamente 80 encomenderos.
Desde 1825 perteneció al 4º Cantón de Sayula. En 1858, Benito Juarez, en su peregrinar por estas tierras, se alojó en el mesón del poblado propiedad de Miguel Gómez. En su corta permanencia, estuvo por perder la vida a manos de los conservadores, salvándolo de morir el párroco del lugar, Melitón Vargas Gutiérrez. El 22 de marzo de 1906, por decreto 1158, cambia su denominación de Santa Ana Acatlán a Acaltán de Juárez, en virtud de la visita del "Patricio de la Reforma", y adquiere el título de Villa. No se conoce el decreto del 13 de marzo de 1837. Por decreto 8877 del 4 de octubre de 1972 se le otorga la categoría de ciudad.
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